EL ARBOL CRECE EN DIRECCION OPUESTA A SUS RAICES...
Nota de Portal Chileno. El articulo a continuacion fué publicado en el periódico
electrónico "El Chileno".Aunque salió a luz en Mayo, tiene total vigencia.
Por: Luis CASADO, Francia, 27/05/2002
Luis Casado nos entrega en este artículo una visión realista, lúcida,
sin subterfugios ni eufemismos de la situación del Partido Socialista de
Chile, el partido de Salvador Allende (en la foto mientras transita al
Congreso Nacional para leer el Mensaje). Este artículo es un verdadero
Menetekel y debería servir para que los socialistas reflexionen de cara a
su destino histórico y sobre todo en relación con sus raíces. La Redacción
de EL CHILENO(*)
Hace unos pocos meses el RPR celebró sus 25 años en el marco de le elección presidencial que llevó Chirac al poder.
Alain Juppé, ex Primer Ministro de Chirac en 1995, y actual "hacedor de reyes", pronunció una frase que no pasó desapercibida: "lo importante es que no llegue a cumplir 26", dijo.
El partido gaullista siempre ha sido el Partido de un hombre, el líder, cuyo destino manifiesto consiste en ser candidato a ejercer el poder, y al cual el partido le entrega la facultad exclusiva de nombrar a todos los dirigentes de arriba hasta abajo, así como los candidatos a parlamentarios.
Los gaullistas nunca se embarazaron de democracia interna, hasta que hace tres o cuatro años Philippe Séguin impuso elecciones internas. Lo que terminó por liquidar a Séguin y al partido gaullista.
En efecto, cuando fue necesario elegir al presidente del partido los militantes eligieron a un candidato diferente del candidato oficial.
Por esa razón, entre otras, el gaullismo decidió hacerse hara-kiri y se encuentra hoy en la tarea de disolver el Partido en un aglomerado que reúne parlamentarios provenientes de diferentes organizaciones de la derecha y el centro.
Condición única para adherir y ser candidato a las elecciones del próximo mes de junio: apoyar sin reservas el programa del Presidente Chirac.
Cobra y calla.
A quienes intentaron recordarle la reciente democratización Juppé les dio una réplica brutal: "eso es basismo" dijo, o sea la desviación que consiste en darle el poder a la base.
De ese modo Chirac impone la fusión de la derecha bajo la denominación de UMP (unión por la mayoría presidencial), y pronuncia la excomunión de quién no se somete.
Y en cuanto al programa del Presidente Chirac la cosa es simple: no tiene ninguno.
Quién osó afirmar que "las promesas comprometen sólo a quién las escucha" no necesita programa.
Por eso afirma todo y su contrario, cambia de opinión según a quién se dirige, y se deja llevar por un pragmatismo cuyo principal objetivo consiste en conservar el poder para él y los suyos.
Al leer las declaraciones del senador liberal Carlos Ominami, quién propone disolver al Partido Socialista de Chile en un aglomerado que debiese incluir al PPD y a los radicales, me acordé del ejemplo de los gaullistas.
Y no precisamente porque piense que la unión de quienes profesan un pensamiento laico, progresista, solidario, socialista, revolucionario, sea un tabú.
No. A mi juicio hay que echar abajo los tabúes. Todos los tabúes.
Y darse el lujo de reinventar la rueda si es necesario, con el fin de concebir y llevar adelante una propuesta política que concite la adhesión de la inmensa mayoría del pueblo de Chile.
En defensa de los intereses de esa vasta mayoría.
No de los intereses del líder.
De modo que propongo debatir de todo, incluida la vigencia del PS, sin oponer una pretendida sacralización del tema como barrera al debate.
Hablemos pues de los temas que hay que poner en el tapete.
Del Partido Socialista, de su papel en la sociedad chilena, de su programa, de sus objetivos, de su acción, de su estructura.
Y para no pecar de ingenuos, pongamos también en el tapete la pretendida inevitabilidad del neoliberalismo, de la inversión extranjera, de los intereses del gran capital, de las privatizaciones, en una palabra pongamos también en tela de juicio la inevitabilidad del modelo.
De ese que administramos o contribuimos a administrar desde hace ya 13 años.
Porque de dos cosas una.
O el PS ya no tiene ninguna vigencia ni política, ni ideológica, y entonces habrá que transformarlo desde el punto de vista político e ideológico, y allí el neoliberalismo muestra la punta de su nariz,
O bien la septuagenaria organización, su doctrina, su cuerpo de ideas, sus objetivos, su análisis y su interpretación de la realidad chilena rinden cuenta adecuadamente de la situación actual y habrá que recuperar el Partido, enrielar su accionar político, profundizar su carácter popular, para avanzar en la consecución de las metas que el PS se propuso desde su nacimiento.
Dicho de otro modo, debemos preguntarnos si el presente sigue siendo vergonzante, si Chile sigue siendo en lo sustantivo una sociedad corroída hasta sus cimientos por la explotación, la desigualdad, la arbitrariedad, la impunidad, el despotismo, la apropiación injusta de la riqueza por unos pocos y la indigencia, la miseria y la desprotección de la mayoría, o si por el contrario los cambios que han intervenido en los últimos años, durante y después de la dictadura, la "modernidad" y el "crecimiento", han cambiado ese estado de cosas.
Sostengo, a riesgo de importunar, que la vigencia del PS no hay que buscarla en su glorioso pasado, sino en el presente.
Y observando el presente sostengo que la realidad que dio origen a los movimientos sociales de fines del siglo XIX y que condujo a la creación del PSCh en la primera mitad del siglo XX no ha cambiado sino en peor.
Y sostengo que el presente sigue siendo vergonzante.
Lo que me lleva a afirmar la vigencia del Partido Socialista de Chile. En el presente.
Sostengo que la distribución de la riqueza, el ejercicio de la soberanía nacional, el ejercicio de la ciudadanía estuvieron y están confiscados por el poder de Don Dinero y por lo que se ha dado en llamar los poderes fácticos.
Y sostengo, aun cuando algunos "modernos " líderes del PS lo hayan abolido de su vocabulario políticamente correcto, que la oligarquía nacional apoyada en los intereses extranjeros continúa sustentando el poder del imperialismo y vendiendo el país al mejor postor.
El método heredado de la dictadura consiste en transformar al Estado en la "corre ve y dile" de los intereses de los poderosos, en la alcahueta del gran capital, en la Celestina del imperialismo, limitando su papel a la definición de nuevas "concesiones" o en crear y garantizar "oportunidades de negocio rentables para la inversión privada".
Resulta curioso que si exceptuamos al Papa y a Joseph Stiglitz, Premio Nóbel de economía 2001 y ex Presidente del Consejo de Asesores Económicos de Bill Clinton y ex Vicepresidente del Banco Mundial, casi nadie habla ya de imperialismo, como si el fenómeno hubiese desaparecido por arte de magia.
Para un partido que se definió desde su nacimiento como "antiimperialista" el tema es preocupante.
El PS planteó desde su fundación los valores de la solidaridad internacionalista y su fe en la unidad latinoamericana.
Y ha constatado a lo largo de su historia que todos los intentos por desarrollar una suerte de mercado común latinoamericano se han estrellado contra el poder y los designios del imperio.
En 1976 Pinochet y su dictadura le dieron una puñalada por la espalda al ensayo de unidad sudamericana forjada en los "Acuerdos de Cartagena".
Chile se retiró de tal acuerdo y el dictador impuso el tristemente célebre DFL-600 que aniquiló la incipiente industrial nacional y abrió grandes las puertas al pillaje organizado por la inversión extranjera y la oligarquía nacional.
¿Cual debe ser ahora la posición socialista?
¿Estimamos aun que la unidad latinoamericana es un instrumento válido para reinsertar la región en los mercados globalizados en condiciones más justas?
¿O debemos impulsar el "sálvese quién pueda" negociando como país enano Acuerdos unilaterales con los USA y la UE?
La fábula del "Sapo y el Buey" de Jean de La Fontaine debiese advertirnos del peligro que consiste en creerse más grande de lo que se es.
Y de sus terribles consecuencias.
No obstante, la práctica política gubernamental ya respondió a la pregunta planteada más arriba. Y la ausencia del PS del foro de Porto Alegre no hace sino subrayar la inconsecuencia respecto de las ideas que decimos defender.
Hablando de la fidelidad a ciertos principios, un gran amigo a quién admiro, de formación jesuita y que tuvo el coraje de renunciar al celibato de los curas y a la iglesia para casarse, fundar una familia y vivir su fe libremente, me dijo alguna vez:
"No olvides que el árbol crece en dirección opuesta a sus raíces. Pero tampoco olvides que el árbol muere si se las cortan".
Precisamente.
En un continente en el que las luchas políticas siempre estuvieron marcadas por la intervención del imperio, pocas organizaciones políticas han sobrevivido a su propia historia, a la represión de las que fueron objeto, o simplemente a la traición a sus propios ideales.
El PS ha sobrevivido a su propia historia. Y a las feroces represiones de las que ha sido objeto.
Mientras queden militantes puros y sinceros de esos que prometieron jamás desertar, no despareceremos como consecuencia de la traición a los principios que guían nuestra reflexión y nuestra acción desde el 19 de abril de 1933.
Lo que no logró Pinochet con la tortura, el asesinato, el exilio y las desapariciones no lo logrará ningún político "detergente" que ni lava más blanco ni respeta los colores de nuestra bandera.
Desde su nacimiento el socialismo chileno hizo de la defensa de los trabajadores, de la defensa de los explotados, de la lucha por los intereses de los más débiles, de los miserables, un principio esencial de su combate.
Y declaró que el porvenir del continente latinoamericano se inscribe necesariamente en la unidad de sus pueblos, aun cuando esa unidad esté por hacer y forme parte aun del dominio de los sueños.
En estos tiempos de globalización triunfante es necesario saber que dicha unidad forma parte de la lucha presente, de las luchas a venir, de los objetivos que tenemos que alcanzar.
En este momento en que formamos parte del gobierno del país, debiésemos trazar y seguir esa vía.
Pero como está dicho, la práctica política gubernamental ya respondió a la pregunta planteada más arriba. Y la ausencia del PS del foro de Porto Alegre no hace sino subrayar la inconsecuencia respecto de las ideas que decimos defender.
Y ello me recuerda la frase de mi amigo: "No olvides que el árbol crece en dirección opuesta a sus raíces. Pero tampoco olvides que el árbol muere si se las cortan".
Las continuas contorsiones ideológicas de algunos dirigentes que forman o formaron parte de los sucesivos gobiernos de la Concertación hacen temer que un puñado de pequeño-burgueses dispuestos a luchar por su propio futuro hasta el último socialista puedan tener éxito en la construcción de un falso partido progresista constituido por auténticos neoliberales.
Por ello la tan postergada Conferencia de Organización genera grandes esperanzas en el conjunto de la militancia.
Para mencionar sólo las taras más frecuentemente citadas de nuestra organización, los militantes desean una respuesta a la débil estructura partidaria, la superación de corrientes organizadas con esqueleto y lealtad de grupo, así como revertir la escasa participación de la base en el debate, en la definición de las políticas del partido y en su aplicación práctica.
Los militantes desean constatar en la realidad que el partido somos todos nosotros, y que sus dirigentes y políticas obedecen al sentir mayoritario.
Hacer del PSCh una fuerza de proposiciones claras, que logre ganar influencia reuniendo en torno a si las mayorías necesarias para imponer democráticamente una alternativa al liberalismo ya obsoleto, esa es la tarea.
Ese objetivo requiere reglas de organización claras, que garanticen el respeto a la opinión de cada uno de nuestros militantes al mismo tiempo que permitan aplicar los criterios respaldados por la mayoría del Partido.
Por otra parte, se plantea en un futuro inmediato la eventual fusión del pensamiento laico, progresista, democrático y socialista en un único gran partido de la izquierda chilena.
Unos cuantos dirigentes han abordado el tema, influenciados tal vez por nuestros amigos socialistas europeos que no han sido ajenos ni a nuestras divisiones ni a nuestras reunificaciones.
La mayor parte de las veces en la prensa de derecha que les sirve de caja de resonancia.
Y se sugiriere que el partido que represente las fuerzas progresistas o al socialismo democrático debería estar constituido por los actuales Partido Socialista, Partido Por la Democracia y Partido Radical.
A mi juicio, más allá de las fuerzas que podrían converger para constituir el gran partido de la izquierda chilena lo que debiese inquietarnos es el cuerpo ideológico de dicha organización.
En las actuales condiciones en que se expresan las fuerzas políticas progresistas chilenas, construir un gran partido de reconocida filiación social-demócrata sería un gran paso hacia la izquierda.
Lo que da una idea de la importancia del desliz hacia la derecha de la práctica y del discurso políticos en Chile.
Pero nada nos obliga a pagar la unidad del mundo progresista en moneda de derechización y de traición a los principios
El tiro podría salir por la culata.
Los lanzadores de opas y de contra opas hacen sumas escalares y no saben (o pretenden ignorar) que en álgebra vectorial 2 + 2 siempre da menos de 4, o a lo más da 4.
Y en algún caso da cero.
Lo que potencia, engrandece, suma, aporta, hace afluir, confluir, ensanchar, aumentar, acrecentar, desarrollar, extender, ampliar, crecer, agrandar, es la pertinencia del análisis de una situación dada y la coherencia de las soluciones propuestas.
Unidad de la izquierda, unidad en torno al proyecto. De acuerdo.
Pero no tiene sentido seguir en su delirio a los políticos "detergente", esos que buscan el baricentro de lo que estiman ser la masa de consumidores de política espectáculo para definir un producto aseptizado, vendible, desechable.
Partidos que se usan y se tiran.
Partidos "instrumentales" que sirven de instrumento ¿Para quién?
No cuenten conmigo para eso.
Ni tampoco cuenten conmigo aquellos que buscan el programa, los temas movilizadores y la fraseología (que no ideas) entre los "hijos de pub".
Aquellos que cambiaron a Marx por Séguela y a Allende por Tironi.
Aquellos que utilizan el nombre del partido no como marca de fábrica (fueron fabricados en otro sitio) sino como etiqueta de saldos, o de liquidación.
Peor aun, como detentor de la candidatura potencial para la que hay que estar "disponible".
Aquellos que se toman el derecho de hablar en nombre de los socialistas con la arrogancia de los prescindibles.
Y que venden "pomadas".
Ese producto inútil, tan inservible como las cremas para adelgazar o las lociones contra la calvicie, que se vende o se intenta vender haciéndolo pasar por la panacea universal y sobretodo como el resultado de la exigente demanda de quién la compra.
Como por ejemplo el "crecimiento", la "inversión extranjera", "las oportunidades de negocio rentables para la inversión privada", la omnisciencia del "mercado", o los "incentivos del arsenal liberal" para superar la crisis inducida por el propio neoliberalismo.
Sigamos hablando de unidad. Hagamos la unidad.
En torno a principios.
No en torno a la eventual candidatura que le permitirá al próximo "disponible" prometer lo que hará dentro de cuatro o cinco años, olvidando que está gobernando ahora. En este preciso momento.
Y si el "disponible" tiene alguna idea, aunque solo sea cumplir con su promesa de juzgar a Pinochet en Chile, la puede llevar adelante ahora. No dentro de cuatro cinco años.
Y hablemos de unidad en torno al PS. Y a sus símbolos.
¿Porqué cambiarle nombre? ¿Porque nos hemos integrado en la Internacional Socialista?
Que se llama precisamente así: Socialista.
Los españoles siguen llamando al suyo Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y ni al felipista más "moderno" se le ocurrió quitarle ni el "Obrero" ni el "Socialista".
Lo mismo sucede con los franceses: Parti Socialiste Français. Punto.
Y que no me digan que hay que copiar a Tony Blair, que se autodefine como "socialcristiano", quién rebautizó al Partido como "New Labour" para copiar la política ultraliberal de Margaret Thatcher con los resultados que conocemos.
Lo último ya está hecho.
¿Y porque razón habría que cambiar el himno del partido?
¿Para adoptar el himno de la Internacional Socialista?
En otras palabras cambiar nuestra Marsellesa socialista por la Internacional, ¡la misma que en Chile siempre ha sido el himno de los comunistas!
¿Y porqué razón habría que cambiar la bandera? ¿O el color de la bandera?
El PS y sus símbolos han generado una identidad de la que no conviene alejarse, a menos que se desee hacer olvidar hasta la palabra socialismo.
Para continuar la obra de "modernidad" y desideologización que convierte la tortura en "apremios ilegítimos", la dictadura "en régimen militar", un dictador en "senador vitalicio", la explotación en "asimetría del ingreso", los usureros en "mercado financiero", los explotados en "factor trabajo" y los políticos "detergente" en los "líderes más relevantes que tiene el socialismo chileno".
Pero no basta con afirmar la conveniencia de conservar los símbolos. También hay que ocuparse del contenido. Del programa.
Yo no me trago ese aforismo francés que dice "Qu'importe le flacon pourvu qu'il y ait l'ivresse" ("que importa el frasco si adentro está la ebriedad").
Como buen colchagüino me gusta saber con que chicha me estoy curando. Y conocer la botella en la que me la traen.
Hace ya un cierto tiempo, otro exiliado afirmó que hasta ahora se había intentado interpretar el mundo y que en adelante se trataba de cambiarlo.
Y al Contrato Social de Jean-Jacques Rousseau, que sostenía que el Estado es el representante del interés común, opuso una visión un pelín menos angélica: la de la oposición de intereses que llevan a una lucha que llamó de clases.
Pero ahora que la "modernidad" y la desideologización terminaron por suprimir las clases sociales, aun se ven vestigios de lucha de intereses entre tiburones.
Por ejemplo entre los USA y la UE.
Los USA, luchando por sus intereses de tiburón, aumentan de 80% las subvenciones a sus productos agrícolas y penalizan con tasas de 30% el acero de importación para proteger sus intereses en la siderurgia.
Por su parte la UE prohíbe (con bastante razón) la importación desde los USA de productos agrícolas que contienen organismos genéticamente modificados, o carne de terneros engordados con antibióticos (80% de los antibióticos que se consumen en los USA los consumen los animales de crianza).
Y amenaza con aplicar tasas de importación a los productos de Estados de los USA en los que hay un senador que se opone a un acuerdo con la UE (¿clever no?)
En el repertorio de los arcaicos vestigios de lucha de intereses contrapuestos, aun no suprimidos por la "modernidad" y la desideologización, también se suelen constatar presiones amigables o "enemigables" en contra de países con alguna veleidad de independencia.
En contra de Botswana por ejemplo. O de Cuba. O de Venezuela.
O de Argentina, cuyo Presidente de utilería obedece a la voz de su amo, el FMI.
Por ello importa reafirmar la vigencia de la Declaración de Principios del PS que sostiene:
"La actual organización capitalista divide a la sociedad humana en dos clases cada día más definidas. Una clase que se ha apropiado de los medios de producción y que los explota a su beneficio y otra clase que trabaja, que produce y que no tiene otro medio de vida que su salario.
La necesidad de la clase trabajadora de conquistar su bienestar económico y el afán de la clase poseedora de conservar sus privilegios determinan la lucha entre estas dos clases."
Cuando leo las declaraciones de los representantes del gran capital en Chile, amenazando con las penas del infierno a quién intente subir los salarios o acordar algún derecho a los trabajadores, lamento que la modernidad que suprimió la lucha de clases no haya llegado aun hasta ellos que en su arcaísmo continúan practicando la lucha de tiburones.
Y aconsejo a los trabajadores chilenos y a mi partido hacer como los tiburones, o sea continuar la lucha.
Porque los grandes avances sociales nunca han sido el fruto de la generosidad de los potentados, sino el producto de las luchas sociales en las que los desposeídos lograron movilizar fuerza suficiente (fuerza social, cultural, política, ideológica, moral, ética) para imponer otras reglas del juego.
Unidad en torno a eso.
Si el PPD y nuestros amigos radicales están en esa, ¡Bienvenidos sean!
De todos modos no podrán hacernos más daño que el que han hecho los políticos "detergente" que ya están con nosotros.
Y para darle contenido a la unidad permítanseme dos palabras sobre el programa económico, respecto del cual reconozco y declaro que hay compañeros mucho más calificados que yo para abordarlo.
Pero me gustaría señalar algunas pistas, y entre ellas la necesaria redistribución de la riqueza, la reorientación del ahorro nacional hacia la inversión productiva, la reglamentación y el control de los capitales especulativos que ingresan al país, la regulación de la inversión extranjera, la aplicación de un régimen impositivo justo a las concesiones cupríferas, el estímulo a la pequeña y mediana empresa nacional, la implicación del Estado en el desarrollo de importantes áreas de la industria, la investigación y el desarrollo de tecnologías, una evolución decidida hacia la educación universal y gratuita, la implementación de servicios de salud públicos que escapen a la lógica del lucro.
Y aprovechando el mensaje del 21 de mayo de su Excelencia el Presidente de la República, quisiera subrayar lo siguiente:
No basta con ser "productivos": hay que repartir el producto.
No basta con ser "confiables": hay que demostrarlo. Sobretodo al pueblo que nos elige y un pelín menos a las multinacionales que nos empobrecen.
No basta con ser "humano": hay que actuar como tal. Y condenar los golpes de Estado vengan de donde vengan. Porque ser socialista es ser humanista y demócrata. Incluso y sobretodo cuando se tienen eminentes responsabilidades.
Finalmente, algunas palabras en torno a la organización.
Hasta ahora me parece que nuestro Partido ha sido sometido a un régimen de organización que pudiésemos llamar el Partido de la UCI (unidad de cuidados intensivos).
De tal manera que los estatutos de tal Partido hubiesen podido ser resumidos del modo que sigue:
Art 1
El PS está compuesto de grupos, tendencias, sensibilidades o fracciones.
Art. 2
Los militantes que no se reconozcan en ninguno de los grupos, tendencias, sensibilidades o fracciones deben incorporarse a alguna de ellas o crear la suya propia, so pena de que nadie les tome en cuenta.
Art. 3
Cada grupo, tendencia, sensibilidad o fracción se organiza como le de la gana a quién (o a quienes) la controla(n). Esto para facilitar el control del propio grupo, tendencia, sensibilidad o fracción, aportando así estabilidad y gobernabilidad política al Partido.
Art. 4
La dirección del PS la ejerce el grupo, tendencia, sensibilidad o fracción, que tenga más fuerza. Si ninguna de ellas tiene fuerza suficiente como para ejercer la dirección, esta última será ejercida por el consorcio de grupos, tendencias, sensibilidades o fracciones que reúna más fuerza.
Esta organización del Partido de la UCI lo mantiene en vida sin darle ni una proyección ni una influencia determinantes en la vida política nacional.
Es el PS bajo perfusión y con asistencia respiratoria.
Y a ratos con encefalograma plano.
Y que inquieta a quienes ven con legítima preocupación que perderán las pegas si perdemos el gobierno (me refiero a miembros del grupo, tendencia, sensibilidad o fracción que logró pegas de gobierno).
No deseo negar que la existencia de escuelas de opinión es un hecho deseable, que debe alimentar el debate.
El problema consiste en anteponer los intereses del pueblo de Chile a los intereses del Partido, los intereses del Partido en su conjunto a los intereses de los grupos fracciones, tendencias o sensibilidades, y los intereses de cada grupo, tendencia, sensibilidad o fracción a los intereses particulares de su propio líder.
La solución es a la vez simple y difícil de alcanzar, y pasa por la adopción y la puesta en práctica de una política que ponga los intereses de los trabajadores, de los desposeídos, los intereses del pueblo de Chile en el centro de nuestra acción.
Y por darse una estructura orgánica que sirva para ello, para luchar por nuestras propuestas, por nuestros objetivos, por los intereses de Chile si identificamos a Chile no con la docena de familias que se apoderan de la riqueza creada, sino con los millones de chilenos que la crean.
Unidad de la izquierda. De acuerdo. En torno a los principios que siempre han sido los nuestros.
Y que debiese permitirnos proyectar la influencia de nuestras ideas más allá de las fronteras del Partido.
Y ganar influencia real en el debate de las diferentes propuestas.
Y atraer fuerza.
No comprarla.
Después de todo el PS ha ejercido no poca atracción: son innombrables los ex DC, MIR, PC, IC, MAPU, PR, SD y hasta anarquistas que terminaron en nuestras filas.
Y contrariamente a quienes sostienen que al PS se vinieron los más malos yo pretendo que no todos son "detergente".
Aun cuando hay más de alguno que se tiene que cambiar el cassette.
Y dejar de actuar como esas enredaderas parásitas, cuya vida depende del árbol al que se trepan, pero que terminan por ahogar, por matar al árbol.
En lo que a mi respecta, lucharé por la existencia del PS, ese instrumento extraordinario que se dieron los trabajadores y los intelectuales chilenos para combatir la miseria, la desigualdad y la injusticia.
Porque creo que el presente sigue siendo vergonzante.
En el mundo, en América Latina y en nuestro país.
Y porque lo que no consiguió la dictadura con crímenes hasta ahora impunes -hacer desaparecer el PS-, no lo logrará ningún político "detergente" por secretaría.
Luis CASADO, Francia, 27/05/2002
(*) Las negritas en el texto son de la redacción.